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Era un día precioso a las 6 de la tarde, el sol todavía se encontraba dando una <golden hour> espectacular. Caminaba por las estrechas callecitas de la colina buscando ese bar boutique tan añorado con una vista única de la ciudad. A llegar, se sentó en lo que consideró la mejor mesa, pidió un coctel y con sus gafas puestas, se decidió a disfrutar mientras esperaba su llegada.

Amante de las motocicletas y el viento en la cara, decidió presentarse de esa forma que traería muchas risas y recuerdos de viajes a New York, London y su tan amada París. Al encuentro, las sonrisas florecieron y un cálido abrazo los unió. Por su parte, pidió una copa de vino orgánico de la casa y era imposible no disfrutar juntos de un rico plato de quesos y fruta, como en sus picnics. Su amor por los pequeños detalles, unos días de campo y la familia continuaban. Hasta que de repente un halago los sorprendió: -¡Qué belleza tu poncho!-. –Lana de alpaca tejida a mano-. Sus miradas se sonrieron, también los seguía uniendo la moda y las prendas de lujo.